sábado, 31 de julio de 2010

Fealdad - Belleza

Leí hace años, no recuerdo dónde, que nunca puede decirse de una mujer que es fea hasta que no se la ha visto en el gozo del amor, que la menos bella puede parecernos en esas circunstancias hermosísima. Suscribo totalmente la frase, a mi me ha ocurrido irme a la cama con mujeres que no me atraían mucho, acostarme con ellas con reticencias pero encontrar después en su mirada, en sus rostros y en sus cuerpos, mientras, una belleza inmensa.
Claro que también me ha ocurrido al contrario: Una hermosa mujer transformada en el momento de la verdad en un monstruo inquietante.

viernes, 30 de julio de 2010

Lola II

Resulta que ahora Lola no me contesta, como si no existiéramos uno ni otro. Anoche por fin me puso un mensaje diciéndome que estaba tomando algo con un compañero de trabajo y hoy no me contesta, la muy... Hay que joderse.
He vuelto atrás después de escribir una frase para prevenir al posible lector, porque suena a farol, lo que me ha hecho volver atrás y escribir este breve prólogo, la frase en cuestión, es la siguiente: "pocas mujeres, cuando realmente me gustan, se me resisten". Eso es lo que tenía escrito. Es algo raro, pero es cierto. No es menos raro que yo sea incapaz de resistirme a los encantos de una mujer fatal como Lola.
Ayer enamoriscado de una criatura encantadora, hoy harto de eso llamado el "universo femenino". Mi amigo Camacho dice que el amor es como una montaña rusa, y tiene razón. Las relaciones con las mujeres, las mias al menos, son así, intensas, neuróticas, invivibles.
Ayer durante el día me comporté igual con ella, con frialdad, no respondiéndola a propósito a sus mensajes. Experimento capítulos de absoluta arrogancia cuando alguien me gusta mucho. Creo que me está haciendo pagar mi estúpida indifrencia de ayer con la suya de ahora. Otra de mis elucubraciones más optimistas consiste en pensar que me dice lo de su compañero de trabajo por darme celos, celillos, darse interés. Sea una u otra cosa la situación no me preocupa mucho, si fuese una réplica a mi comportamiento lo vería hasta bien. Y por otro lado nunca he sido celoso. Ya digo que estas son básicamente las dos explicaciones amables que encuentro a la situación.

Todas las demás explicaciones pasan más o menos porque Lola, por algún motivo, haya decidido pasar de mi. Y eso sí me preocupa.

Miércoles luminoso, jueves gris, viernes negro.

jueves, 29 de julio de 2010

Lola

Se pone uno contento cuando le surge una cita inesperada. Ocurrió anoche que, asistiendo a un concierto de jazz en Lavapiés, conocí a una chica, una mujer morena, de ojos negrísimos que, aunque nada tenga que ver con su verdadero nombre, llamaré Lola.
Como de costumbre los mejores deseos para mi: ojalá hable mucho de ella en adelante.
Lola es morena, morenaza, españolaza de ojos negros. Cuando la vi anoche yo, que ni de chaval entraba a las muchachas en los bares, que nunca en mi vida lo he hecho (alguna vez, quizá, muy borracho, con lamentables resultados), me fui para su mesa y le confesé un poco nervioso que me tenía fascinado, literalmente. Era verdad. Me dijo al rato que le caí en gracia por mi audacia, presentarme ahí ante ella y soltarle eso así de sopetón, estando sentada con un tío. Pero yo contaba ya con que ese tio no era nada suyo, incluso deduje por algún signo invisible que se trataba de un homosexual amigo de ella. Acerté a medias: era homosexual, pero era su hermano.
Hablé con Lola casi a solas porque su hermano, muy discretamente se retiró un poco de la mesa y de la conversación. Lola no tiene una gran cultura ni elevados ideales, pero tiene esa inteligencia práctica, vivaz, que distingue a las mujeres. Me fastidia un poco no poder hablar con ella de Lipovetsky
Me gustó Lola nada más empezar a hablar con ella. Teniendo que trabajar hoy no tuvimos tiempo para mucho. Cogí el último tren para Getafe y ella cogió el coche para Alcalá de Henares. Hoy estoy destrozado de cansancio, pero más feliz que unas castañuelas. Me comprometí con ella a hacerla un recorrido turístico por Getafe este fin de semana.
Esta mañana me ha puesto un sms diciéndome que tiene ganas de quedar conmigo (¡toma ya!), y que caí bien a su hermano, que le parecí un buen tipo. Esa aprobación de su hermano, no sé por qué, me la he tomado como una aceptación de Lola en su vida.
Este fin de semana, pues, me afeitaré para la cita, me pondré la camisa oscura, dormiré todo lo que pueda e intentaré ligármela, literalmente, porque me encanta.

lunes, 26 de julio de 2010

Reavivado

Dispongo de un paradójico mecanismo interno que, cuando la cosa se pone mal, salta. Creo que es se trata de un sistema de autodefensa, de supervivencia emocional, aunque no puedo estar seguro.

Situémonos: la cosa se pone mal (las cosas se ponen mal no a veces, sino muy a menudo), y entonces paso unos días desolado, triste, abatido y sin esperanza ninguna, bastante mal. En estos días suelo sentirme muy solo, en efecto lo estoy. La crisis es total, la oscuridad (una oscuridad ciertamente gris) lo invade todo, no leo, no escribo, fumo mucho, juego a la Playstation solo en casa, apago el teléfono. Estos periodos oscuros suelen durar un par de días, tres a lo sumo. Los padezco una, como mucho dos veces al año, y siempre llegan después de una decepción enorme que fue precedida de una resplandeciente esperanza, ya marchita.

Otros periodos oscuros no son tan graves, en estos otros me dejo arrastrar por un suave y llevadero pesimismo que resulta casi seductor, como una mujer fatal. Es completamente negro. En estos periodos no tan graves leo compulsivamente y fumo mucho, aunque no escribo, y generalmente mantengo el móvil apagado para evitar sobresaltos y regodearme de paso en mi a todas luces inmerecida soledad. Mi ánimo es descaradamente misántropo en estos días y hasta me molesta recibir un mensaje cuando enciendo el mócil. Paso así una semana al mes, más o menos. Soy consciente de que estas etapas son algo estructural en mi, una avería irreparable en mi carácter.

Bueno, a lo que iba. Tanto del primer tipo de hundimiento (el del gris desolador del que solo espero que pase el tiempo jugando a la Play) como del segundo (la negra, activa y misántropa reclusión interior y exterior) emerjo de la misma manera al exterior. Es como un método, diseñado por un demonio interno, pero método después de todo. El mecanismo que se dispara en mi interior ante estas emergencias que padezco consiste en ese sabio y sano grano de locura necesario. Llego al trabajo, como he llegado hoy, transformado en un irreverente gilipollas al que todo le importa un bledo, digo lo que me parece consciente de que no hay mucho que perder y no sé por qué, de pronto, después de algunos días, vuelvo a miro a la gente a los ojos, bien dentro de los ojos.

Los efectos, la mejora, la vuelta al mundo no se hace esperar. Tarda apenas unos minutos.
A diferencia de las caidas, que suelen ser paulatinas como la razón pensante, mis restablecimientos se consuman en solo una mañana y son momentáneos, como un fogonazo.

sábado, 24 de julio de 2010

La palabra es todo

He leido esta mañana un artículo atinadísimo de Victor Gómez Pin. Como no creo que vaya a escribir hoy os pego el enlace:
http://www.elboomeran.com/upload/ficheros/autores/ar
ticulogomezpin.pdf

Un saludo, y feliz fin de semana a todos.

viernes, 23 de julio de 2010

Ajedrez

Llevo semanas sin jugar al ajedrez. Desde que lo dejé con Artemis.
Artemis y yo jugábamos algunas veces al ajedrez. Yo llevaba años sin jugar, pero ya desde el principio yo siempre la ganaba. Me decía que jugaba muy bien, y a mi me gustaba oirlo. Así que durante el periodo en que estuve con ella dediqué algún tiempo diario a practicar por internet, de ese modo me mantenía en forma. Me gustaba pensar que podría ser un excelente jugador de ajedrez, por ella.
En realidad lo importante no es tanto que sea por Artemis o por cualquier otra. Lo que me preocupa es que con cada mujer con la que estoy represento un papel, un papel muy ligeramente distinto, pero distinto cada vez. Al final creo que acaba no gustándome ninguno de los personaje que interpreto. Incómodo, necesito finalmente cambiar de papel muy a menudo, mucho más a menudo de lo que veo alrededor.
En cierto modo envidio esa forma de hacerse una personalidad, entregarse a un papel. Estoy convencido de que una actuación perpetua, la misma comedia sin fin, facilitaría mucho las cosas.
El caso es que ya no juego al ajedrez.

jueves, 22 de julio de 2010

Serpiente

Esta mañana se nos ha colado una serpiente entre el material que habitualmente tratamos aquí. Trabajando donde trabajo (una prometedora empresa rebosante de profesionales jóvenes, ambiciosas y de escasos escrúpulos) podría sonar a figura retórica, pero no es el caso: esta era una serpiente real, bífida, ofidia, etcétera.
La serpiente no era muy grande, no mucho más gruesa que mi dedo gordo y como mi antebrazo de larga, más o menos. Nos ha llegado con unos palets procedentes del levante español. Uno de los chicos del almacén cuyo nombre desconocíamos todos hasta hoy se la ha encontrado al retirar una caja y, según nos contaba después, la serpiente le ha recibido tiesa, a la defensiva, emitiendo un amenazante bufido y lanzándose hacia él, sin llegar a alcanzarlo. Rápidamente ha corrido a avisar al encargado de turno antes de actuar. El responsable de turno discretamente le ha proporcionado un guante grueso, de esos que se utilizan para soldar, y le ha acompañado a cogerla. No sin riesgo consiguieron atraparla y encerrarla en un bote de cristal transparente que, una vez bien cerrado, fue paseado triunfalmente por los despachos para su exhibición pública. Por cómo lo ha ido contado, el muchacho sin duda ha experimentado una especie de aventura laboral sin precedentes en su vida.
La atracción del bote con la serpiente dentro ha sido el trofeo que ha permitido a nuestro héroe por un día recorrer las oficinas, un mundo habitualmente vedado para él, y alternar con nuestras chicas guapas y nuestros jefazos, en un ambiente aséptico y acondicionado. Las chicas y algunos de los chicos (yo incluido) hemos reaccionado al verla con una especie de escalofrío, la serpiente ha producido en la mayoría de nosotros una especie de malsana atracción. Las chicas más remilgadas se han estremecido, horrorizadas, alguna incluso ha ahogado en la garganta una especie de grito o gemido de pánico al encontrársela por sorpresa. A través de los agujeros de la tapa podían escucharse los bufidos del bicho.
Rodeado de estos politiqueos, de estas complicadas y frágiles arquitecturas con que nos movemos en sociedad, en familia, en el trabajo, la irrupción de la serpiente, una manifestación tan malvada y simple, ha supuesto aquí dentro una verdad intolerable. Al acercar el dedo la serpiente atacaba el cristal, movida por una agresividad sin pulir, auténtica, una actitud aberrante para los humanos. Qué mal comportamiento, menudo instinto tenía la serpiente, qué poca educación, qué gran ejemplo.
El chico me ha parecido encantador, por cierto, llevando la serpiente bajo el brazo no ha acusado la extrañeza de pasearse por un ambiente tan impropio de sus hábitos. Con el poder de la serpiente dominado y envasado apenas ha titubeado incluso al contacto de las muchachas más bonitas y de los jefes más arrogantes. Se ha granjeado el respeto de todos. De ahora en adelante lo saludaré siempre que lo vea por la nave, y sospecho que no seré el único.
Mirando luego en internet, por las fotos, he aprendido que la serpiente no es venenosa, que es agresiva, que se trata de una especie autóctona y protegida de la Comunidad Valenciana, y alguna otra minucia que no recuerdo. Alguien aquí ha propuesto quedarnos con ella metida en una urna.
Mi intención al empezar a escribir esto consistía en hacer una analogía entre la serpiente y nuestro aborrecible carácter (sí, sigo misántropo), pero después de escribir esto veo que sería una mascota poco representativa. La maldad de la serpiente es demasiado límpida para ser comparada con la humana.

Al chico de la nave le han quitado la custodia y al parecer han decidido entregársela a una organización que se encargue de ella.

Qué pena no saber colgar fotos aquí; era preciosa.

martes, 20 de julio de 2010

Camacho, macho

Intentaré ser lo más conciso posible.
Tengo un amigo de la infancia, Camacho, el que se casó con Ofelia, ya hablé de él en otra entrada.
Tengo también un trabajo al cual tengo que entrar a las 7,00 ahora en verano. Ayer me llamó Camacho para pedirme que le llevara esta mañana a Atocha que tenía que coger el AVE. Si habitualmente tengo que levantarme a las seis y media para llegar solamente un cuarto de hora tarde al trabajo, mi amigo me estaba pidiendo que me levantara a las cinco y pico para ir a por él y llevarle a Atocha. No es la primera vez que me pide cosas así, aunque yo nunca le he pedido nada parecido a él ni a nadie nunca. Supongo que soy demasiado orgulloso para hacerlo.
Pero debo intentar ser conciso para no ahuyentar a posibles seguidores. Al grano macho.
El caso es que, como creo que más o menos ya conté, mi amigo y yo desde hace tiempo no vivimos sino en las postrimerías de lo que fue nuestra gran amistad, ya perdida por mucho que hagamos los dos como si no fuera así. Ahora él es un joven empresario empeñado en su trabajo y en zp que a mi, francamente, me aburre bastante; algo que jamás hubiera pensado de él hasta no hace tanto. Vive en la órbita de su mujer, Ofelia, ya dije, una mujer cuyas opiniones y cuyas cosas, cuando no me aburren, me irritan. Aun así y todo a menudo me siento incapaz de no hacer favores así si me los piden, es una debilidad que tengo.
Esta mañana le he ido a buscar, como decía, con un sueño tremendo como es natural. Camacho presume por cierto mucho, muy a menudo, con esa arrogancia solapada propia de quien se las da de modesto, del mucho dinero que tiene. Mi madrugón le permitía ahorrarse unos 40€ de taxi, supongo. Pensaba en eso mientras desayunaba. El caso es que he llegado ocho minutos tarde a su casa a recogerle, y durante el viaje a Atocha ha hecho visibles esfuerzos por no parecer, además de aprovechado, antipático y desagradecido. Me ha preguntado por mis mujeres, por el resto de amigos, mientras miraba nervioso el reloj. He visto con una claridad dolorosa que no le importa otra cosa que su negocio, su familia y el Real Madrid. Cuando hemos llegado se ha bajado y ha salido corriendo casi sin despedirse (cosa perfectametne normal por otro lado, porque perdía el tren).
Por lo general, aun en crisis declarada como estoy ahora, si no tiene nada que pedir, como un plan de escape de Ofelia ni nada así, pasa días sin llamarme, y en general soy consciente de que no le importan mucho mis asuntos, mis opiniones, mi estado. Se nota cuando las cosas que cuentas no interesan al otro.
En fin, no me gusta este zumbido que, con pocas y confusas palabras, me dice que Camacho se aprovecha de mi, amparándose en mis persistentes y juveniles prejuicios acerca de la amistad para utilizarla como una empresa de servicios. Hoy es la primera vez en mi vida que he tenido esta sensación de que la situación ha llegado demasiado lejos, y que por el mismo orgullo que no me permite pedir favores no los haré tan alegremente a mis amigos en el futuro tampoco. Es horrible ir derribando poco a poco así los muros de las ilusiones juveniles, vivir, ver, comprender.

Porque, ¿qué me importaría realmente ser un imbécil y seguir así sin darme cuenta, feliz por sentir que tengo amigos?

lunes, 19 de julio de 2010

hoy

Artemis sigue sin contestarme al sms que le envié hace unos días, creo que no quiere saber más de mi. Estos días voy siendo consciente de haberla perdido y no puedo creerlo, que hace solamente dos o tres semanas estuviéramos planeando el viaje, y ahora esto. En fin.
Lo dicho: mis relaciones con las mujeres están malditas.
Por otro lado a veces me acomete un odio atroz, inconfesable, a ciertas cosas que ordinariamente amo.
Una sensación de pesadez, de continua impertinencia. El cinismo a flor, mojándolo todo.
Y sin embargo plenamente consciente de no ser esta etapa, estos días, sino un paso de más de baile, necesario para una vida que se precie de verdadera.

sábado, 17 de julio de 2010

ambición y "humildad"

Examínate en el instante en que la ambición te atenaza, cuando ya es fiebre; después diseca tus «accesos». Comprobarás que están precedidos por síntomas curiosos, por un calorcillo especial que no dejará de seducirte ni de alarmarte. Intoxicado de porvenir por haber abusado de la esperanza, te sentirás súbitamente responsable del presente y del futuro en el corazón de la duración, cargada de tus estremecimientos, y en cuyo seno, agente de una anarquía universal, sueñas estallar. Atento a los acontecimientos de tu cerebro y a las vicisitudes de tu sangre, embebido en tu perturbación, espías y adoras sus signos. Si la locura política -fuente de trastornos y de malestares sin igual- ahoga, por una parte, la inteligencia, por otra favorece los instintos y te sumerge en un caos saludable. La idea del bien, y sobre todo del mal, que te figuras llevar a cabo, te regocijará y exaltará; y será tal el tour deforce, el prodigio de tus achaques, que ellos te convertirán en dueño de todos y de todo.
Sentirás a tu alrededor una perturbación análoga en los que estén carcomidos por la misma pasión. Y mientras la padezcan serán irreconocibles, presas de una embriaguez distinta a todas las demás. Todo cambiará en ellos, hasta el timbre de su voz. La ambición es una droga que convierte al que le es adicto en un demente potencial. Quien no haya observado esos estigmas -ese aire de animal trastornado, esos rasgos inquietos y como animados por un éxtasis sórdido- ni en sí mismo ni en ningún otro, permanecerá ajeno a los maleficios y a los beneficios del Poder, infierno tónico, síntesis de veneno y de panacea.
Imagina ahora el proceso inverso: la fiebre desaparece y te sientes otra vez desencantado, normal en exceso. No más ambiciones, no más posibilidades, pues, de ser algo o alguien; la nada en persona, el vacío encarnado: glándulas y entrañas clarividentes, huesos desengañados, un cuerpo invadido por la lucidez, puro en sí mismo, fuera de juego, fuera del tiempo, sujeto a un yo congelado en un saber totalsin
conocimientos. ¿Dónde encontrar el instante que se escapó?, ¿quién te lo devolverá? Por todas partes, frenética o embrujada, hay una muchedumbre de anormales a quienes la razón ha abandonado y vienen a refugiarse cerca de ti, el único que comprendió todo, espectador absoluto, perdido entre los engañados, reacio para siempre a la farsa unánime. Como el intervalo que te separa de los otros no deja de agrandarse, llegas a preguntarte si no habrás percibido una realidad desconocida para los demás. Revelación ínfima o capital, su contenido permanecerá oscuro para ti. De lo único que estarás seguro es de tu ascensión hacia un equilibrio insospechado, promoción de un espíritu que se ha apartado de la complicidad con otro. Indebidamente sensato, más ponderado que todos los sabios, así aparecerás ante ti mismo. Y si acaso todavía te asemejas a los locos que te rodean, sentirás, no obstante, que una insignificancia te distinguirá de ellos para siempre; esta sensación, o esta ilusión, hace que, aunque ejecutes los mismos actos que ellos, no les imprimas ni el mismo ímpetu ni la misma convicción. Hacer trampas será para ti una cuestión de honor y la única manera de vencer tus «accesos» o de impedir su retorno. Si para ello has tenido necesidad de una revelación, o de un hundimiento, deducirás que los que no han atravesado por una crisis similar se abismarán cada vez más en las extravagancias inherentes a nuestra raza.
¿Se dan cuenta de la simetría? Para transformarse en un hombre político, es decir, para adquirir el corte de un tirano, es necesario un trastorno mental; para dejar de serlo, se impone otro trastorno: ¿no se tratará, en el fondo, de una metamorfosis de nuestro delirio de grandeza? Pasar de la voluntad de ser el primero en la ciudad a la de ser el último en ella, es cambiar, mediante una mutación del orgullo, una locura dinámica por una locura estática, un género de enfermedad tan insólito que la renuncia que lo precede, y que tiene que ver más con el ascetismo que con la política, no forma parte de nuestros propósitos.

Cioran, Historia y Utopía.

miércoles, 14 de julio de 2010

Bruja

Hoy he vuelto al trabajo.
Una de las pocas opiniones que el personal de mi empresa comparte es que en nuestro trabajo tenemos una compañera que es una auténtica bruja. Ateniéndonos a un riguroso procedimiento democrático podemos afirmar, pues, con total autoridad que en efecto mi compañera es una bruja.
Entrar a enumerar o valorar los comportamientos que nuestra compañera adopta para haberse granjeado ese título sería amargo y arduo. Baste decir que no entra en los parámetros de lo que comúnmente se tiene por una buena persona. A grandes rasgos diré que nos parece a todos artera, maledicente, chivata y grosera. Una joya. Aunque estamos todos hartos de ella no la despiden es porque, después de tantos años, la indemnización les saldría muy cara a los jefes.
A pesar de esta soltura con que lo empleo, dicho término ha sido pronunciado hoy por primera vez en voz alta aquí dentro, que yo haya oido. Una compañera, refiriéndose a ella tranquilamente como "la bruja esta" ha contado a los demás alguna fechoría perpetrada el día antes. No se ha producido estremecimiento ni rumor alguno entre los oyentes al ser pronunciada la palabra "bruja" (la palabra tiene su miga. Por mi experiencia he comprobado que actualmente se emplea para designar a un elemento llamémosle nocivo, socialmente indeseable). El caso es que al escuchar la palabra y al percibir el efecto causado me ha venido a la cabeza la extinta Inquisición española., institución que a mi juicio ha sido víctima de una larga e intencionada campaña de descrédito, sobre todo por los extranjeros, que la utilizaron como símbolo de la barbarie y atraso español.
Bebiendo de mi botellita de agua helada, incendiado por la imaginación de un Torquemada que entrase aquí a caballo a hacer por fin justicia, a restablecer el orden. El proceso no sería largo, y dejaría nada más que unas cenizas, pocas, y una nube quizá de mala conciencia que se disiparía en unos pocos días. Después la paz, porque la paz a veces se hace a fuego como el amor.

En el fondo todas mis notalgias de España son así de simplonas.

(no obstante, habiéndose abolido la inquisición, tipificada la hoguera como delito penal, no me quedará otra que urdir una colecta entre mis compañeros para subvencionar el despido, el destierro de la bruja)

martes, 13 de julio de 2010

Circo

Como no me sale escribir en las alegrías voy a escribir, por fin, una pena. Y una pena además relacionada con el éxito, o con la estética del éxito.
Estuve en Madrid recibiendo a los campeones del mundo. Me hacía ilusión ver pasar frente a mi esa copa que tantas veces (Maradona, Pelé, Beckenbauer, Zidane) había visto en manos tan ilustres por la televisión, una copa que hasta ayer era para mi algo irreal, ajeno, meramente televisivo.
La espera en Cibeles, a pesar del calor, de las vuvuzelas, del retraso y la cantidad de gente no estuvo mal. Se palpaba alrededor, cierta emoción contenida por verlos aparecer, doblar por la calle Alcalá. El acontecimiento ya digo tenía algo de histórico, algo para recordar y sacar el móvil para sacarle una foto. El autobús descapotable con ellos encima pasó en un santiamén. Recuerdo a Capdevilla como de carnaval, a Xavi con la copa saludándonos muy contento, a Cesc sentado tirando un beso a una chica detrás mio que lucía un magnífico escote, a Piqué en pie, como una estatua magnífica, de enormes ojos y agarrado a la barandilla con ambas manos, muy tieso, y ya está. Pasó sin más.
Me encontraba un poco cansado del gentío y me fui a casa a ver la celebración final por la tele. Hubiera sido bonito, habiendo sido seguramente lo más grande que le ha sucedido a este pais en mucho tiempo, haber hecho una celebración final no dirigida por un payaso televisivo como el Latre ese, por ejemplo. Para una ocasión así yo imaginaba (iluso, romántico de mi) que llevarían a la tribuna a recibirlos a Di Estéfano, a Raúl, a Aznar y a Felipe, a Joaquín Sabina, Rafa Nadal, Zubizarreta, Matías Prats, Almodóvar, Luis Suárez, Guardiola y hasta Eduard Punset, cojones, qué se yo. La flor y nata de un pais puesto en pie, reunido por un acontecimiento como este. En vez de eso la celebración consistió en un circo aderezado por David Bisbal dando sus giros y sus berridos con los futbolistas haciéndoles los coros. Y una cosa algo más entrañable por lo senil, completamente casposa, con Manolo Escobar después. Luego a hacer el indio todos, sin muchas ganas, el trenecito y cosas así. Una invocación a ese ciudadano medio atontado, fiestero y adolescente que la tele y otros poderes quieren hacer de nosotros. Una incitación a la cocaína. Piqué, Puyol, y otros hombres jóvenes que andaban por allí, austeros y alegres como su pueblo, debían estar pensando ya, cuando llegaban a la explanada y veían el percal, que iba siendo hora de volver a Cataluña, y no me extraña.
¿A qué región de España corresponden esos números de revista cutre y borracha que ejecutaron anoche para celebrar algo tan histórico? No a Castilla, ni al Pais Vasco, ni a Asturias, ni a Cataluña desde luego. España nunca ha sido así, nunca había sido nuestro estilo, crean lo que crean los guiris. Y el estilo lo es todo, no solamente en el campo.
Qué poca clase, España.

sábado, 10 de julio de 2010

El largo y cálido fin de semana

No sé si será por el calor, pero me ha helado en mi vuelta a España esta especie de compás de espera que creo percibir por la calle, entre la gente. Hoy he salido a pasear y me he encontrado con que apenas hay movimiento, nervio.
Sospecho (por lo que viví en Arlés el jueves) que tras la explosión de júbilo que siguió al victorioso partido contra Alemania, tras el pase a la final y al comprensible estado de estupefacción que a la mañana siguiente debió acometer al españolito de a pie por un acontecimiento tan raro, el país se encuentra ahora entre atónito y expectante por la sola posibilidad de un triunfo así, contando las horas (27 exactamente para que empiece el partido). Ni siquiera se habla demasiado del asunto, de un asunto que todos andamos mascando (los futboleros, los anti-futboleros y aun un poco los a-futboleros).
Una ola de trascendencia parece haber barrido las calles, todos velando armas para librar mañana a las ocho y media la batalla final, cuarenta y seis millones de personas. Ni una bocina, ni una voz, ni un debate, todas las banderas quietas en los balcones bajo el sol aplastante de julio; apenas se leen noticias, opiniones o novedades en la prensa; apenas se habla en las radios. Un país entero confinado, echando una devota siesta de fin de semana, descansando para lo que se avecina.
Vamos, España.

viernes, 9 de julio de 2010

Maldición

Tengo colgada alguna especie de maldición en mis relaciones con las mujeres. A falta de explicaciones concluyentes no me queda otra creencia que la maldición de Jimena (ella siempre tuvo algo así como de bruja, y me vaticinó en nuestra última ruptura que nunca me iría bien con ninguna otra mujer, de eso han pasado ya unos años y, casualmente o no, acertó).
Las maldiciones son algo así, creo yo: penden recatadas de la conciencia, y solamente se presenta su verdadero peso cuando se produce el movimiento de quien inadvertidamente la lleva colgando. A menudo la felicidad, o la dicha, o el más modesto impulso sirve para que se manifieste ese fastidioso, maldito y misterioso fardo pendular.

Ahora que lo releo pienso más bien que esto de las maldiciones consiste más bien en un intento (bastante tosco por cierto) de explicar lo inexplicable, de encadenar este caos aun con metafísica, o magia, pero bueno. El caso es que mi viaje a Francia con Ártemis ha resultado un desastre, que ayer en la playa rodeados de sol, bañistas, un poco fastidiado, le dije que quería volver a casa, unos días antes de lo que teníamos previsto.

El caos del que hablaba es más o menos este: ¿Por qué no puedo enamorarme? ¿Cómo es que todo (desde Carcassone a las conversaciones íntimas que me rodean) me resultan tan postizo, tan artificial? ¿Cómo puede ser que me parezcan más auténticas algunas ficciones que lo que entre todos convenimos que es “la realidad”?
Artemis es una mujer maravillosa desde todos los puntos de vista. Si la juzgase imparcialmente no me quedaría más remedio que decir de ella que es elegante, culta, divertida, inteligente, y guapa. No exagero. Y sin embargo su compañía me resulta la mayor parte del tiempo insufrible. Me fastidian sus excitados esfuerzos por agradar, sus anécdotas del pasado, esa sensualidad huidiza suya y ese contagioso estado de congoja en el que parece vivir. El jueves por la mañana, en Arlés, la confluencia de esos estados acumulados durante días fue declarándose hacia el mal humor. Solamente cuando le dije que todo había acabado, que me volvía a mi casa, durante nuestro viaje de vuelta entre explicaciones, canciones en el cd y algunas lágrimas, volví a verla y a escucharla plena como al principio, valiente, sin más intención que la verdad por dolorosa que esta fuera. Recuperé a la chica que me gustaba una vez que la había perdido. Caí así, de repente, en lo que estaba escapándoseme, otra maravillosa mujer más. Sí, Artemis, otro gran amor perdido, tan lunar, que resplandece solamente en la desdicha, y que nunca volverá a ser mia.

Pido solamente a los dioses que se ocupan de estas cosas del amor que no me castiguen por despreciar así sus dones, que sean indulgentes conmigo. Se lo imploro.

Les agradezco todo lo que me han dado.

No obstante creo estar listo para cuando me llegue el frío, para cuando todas estas piruetas y trompicones amorosos acumulados empiecen a dolerme.

Aceptaré sin rencor el castigo de la soledad, si las divinidades deciden que ya está bien conmigo.


Por si acaso, ¿alguien que lea esto podría recomendarme alguna bruja que eliminase el maleficio de Jimena?

Muchas gracias.

jueves, 1 de julio de 2010

Wislawa

Hola a todos los fieles seguidores de mi blog.

Como hoy he tenido tanto trabajo, acabo de llegar a casa y tengo que preparar las cosas del viaje de mañana he decidido que mejor voy a colgar una de las poesías descubiertas recientemente que más me gustan, de una autora polaca premio Nobel de mediados de los 90, entre otras cosas.

ALABANZA DE LOS SUEÑOS

En sueños
pinto como Vermeer van Delft.

Hablo griego con fluidez
y no sólo con los vivos.

Conduzco un coche
que me obedece.

Poseo talento
y escribo grandes poemas.

Oigo voces
no peor que los venerables santos.

Mis dotes pianísticas
os dejarían boquiabiertos.

Revoloteo como es debido,
es decir, por propio impulso.

Me precipito desde el tejado
y sé caer, suave, en el verdor.

No tengo problemas
para respirar bajo el agua.

No puedo quejarme:
he descubierto la Atlántida.

Por suerte sé despertar siempre
antes de morir.

En cuanto una guerra estalla
me vuelvo del otro lado.

Soy hija de mi época
pero no por obligación.

Hace un par de años
vi dos soles.

Y, anteayer, un pingüino.
Con meridiana claridad.