miércoles, 28 de diciembre de 2011

Recapitulando...

Todos los finales de año nos pasa igual, aparte de engullir como bestias y de tensar hasta el límite nuestra vida social creo que es el único vicio que todos compartimos estas fechas: recapitular, hacer balance. Los resultados de esta actividad tan navideña, por lo general, son demoledores. Es por eso que nos pasa que en estas señaladas fechas nos vemos todos tan, tan pensativos, tan profundos y tristes.

Mi balance de 2011 puedo resumirlo en unos poco puntos:
- Intelectualmente desastroso, no he apenas leído con provecho, no he encontrado nuevas vías, las que conocía se han oscurecido en mi interior, la música no suena gloriosa como antes... dios o lo que eso sea está cada vez más lejos y en general me veo abocado a la senda marcada: la de un autómata materialista y simplón.
- Mi familia en general se mantiene igual
- En el trabajo peor que hace un año: Igual de harto pero ahora con mis enemigos reforzados por la directiva.
- Eso sí: conocí a Paula, que me ayudó a llevar con más dulzura el año.
- De mis amigos cada vez más alejado, sin remedio. Cierta apatía respecto a esto.
- La salud bien.

Y ya está. Sé que no es mucho, y es que nuestros actos rara vez están a la altura de nuestra intensa vida interior, de nuestras fantasías más atroces. Es nuestra abulia, esta pobreza para lo bueno y lo malo, esta prueba de nuestra cobardía (un certificado anual de mediocridad que nos llega puntual, envuelto para regalo), lo que yo creo que a final de año nos horroriza.
Pagamos con nuestra vida nuestra vida.


Feliz 2012
(aquí en España será peor, dicen)